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CONJUNTIVITIS


  La conjuntivitis es la infección ocular más frecuente en los niños y el signo más característico es que el ojo está rojo. Puede haber molestias, lagrimeo, y a veces legañas. Consiste en la inflamación de la conjuntiva, una membrana muy fina que recubre la parte blanca del ojo y el interior de los párpados. 
  Puede estar causada por una infección (conjuntivitis infecciosas) o también ser el resultado de una reacción alérgica (conjuntivitis alérgicas por ácaros del polvo, polen, pelo de animales….)
   Las conjuntivitis infecciosas (conjuntivitis vírica y la conjuntivitis bacteriana) pueden estar provocadas por un gran número de virus y de bacterias, por lo que el niño puede contraer esta enfermedad de los ojos varias veces.
  Los síntomas de las conjuntivitis infecciosas son los siguientes:
 Abundante secreción en el interior del ojo que, al acumularse, especialmente por la noche, hace que los párpados estén pegajosos y con legañas.
- La parte blanca del ojo adquiere un color rojo intenso. En ocasiones, también se produce un molesto ardor en los ojos y lagrimeo
- Es común, asimismo, que los niños afectados por conjuntivitis infecciosas presenten al mismo tiempo infecciones en las vías respiratorias altas, como otitis o bronquitis.
  Los síntomas de la conjuntivitis alérgica son los siguientes:
- No se producen las legañas pegajosas y amarillentas típicas de las conjuntivitis infecciosas en niños, pero sí un picor irresistible, hinchazón de los párpados y lagrimeo abundante.
- Estos síntomas se acentúan en contacto con los alérgenos, como el polvo, el polen, la contaminación, el pelo de los animales, etc.
  Tratamiento:
   La conjuntivitis producida por virus suele desaparecer por si sola sin tratamiento. En este caso, el lavar el ojo con frecuencia con agua tibia o suero salino aliviará las molestias. Si el pediatra sospecha que la conjuntivitis es de origen bacteriano, le recomendará un colirio o pomada antibiótica.
  La limpieza de los ojos debe realizarse de la siguiente manera: Hay que coger dos gasas estériles y empaparlos en solución fisiológica esterilizada. Después, hay que limpiar con delicadeza cada uno de los ojos del pequeño. Hay que emplear una gasita distinta para cada ojo, ya que, de lo contrario, se correría el riesgo de transportar las bacterias de un ojo al otro