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¡Que viene un hermanito!

       Existen muchas dudas en los padres   sobre como afrontar  esta nueva situación familiar.
No es adecuado  empezar a decírselo nada más enterarnos del embarazo. Un niño   no  entiendo que no sea para  hoy o mañana. Cuando falte más o menos un mes, contárselo. Decirle que os ayude a buscar un nombre para el hermanito (aunque ya lo tengáis decidido)ello hará que se sienta mejor  y más implicado. Aunque al niño le digamos que nada va a cambiar con la llegada del hermanito y que papá y mamá le van a seguir queriendo igual, tendrá miedo a lo desconocido, a esa situación nueva  para él  y tendrá una  reacción natural  de celos ante una situación  que él cree de pérdida de  atención y de cariño.

A los padres, esa  situación de celos en  el niño que provoca la llegada del nuevo hermanito, les crea  ansiedad, pero es una  fase por la que el niño tiene que pasar, y no hay que  preocuparse. El niño expresa con los celos sus sentimientos de preocupación por los cambios familiares, y  cuando se acostumbra  a ellos, los celos desaparecen.

           Veamos cómo se comporta el  hermano mayor:

Lo normal es que  se vuelvan totalmente  desobedientes, provocando  el enfado (y a la vez la atención) de sus padres. Tiran cosas al suelo, lloran por cualquier motivo, quitan el chupete al bebé...

Tienen una regresión a su más tierna infancia, chupando  de nuevo  el chupete que ya habían abandonado, subiéndose a la cuna del bebé…

No quieren dormir solos en su habitación como antes, exigen la presencia del padre  o de la madre con ellos, se despiertan más veces que antes…

Exigen a sus padres que les den de comer   como al bebé  aunque ya comían solos, o se niegan a  probar   la comida  para  que los padres les presten más  atención   insistiendo  para que  coman.

Comienzan a  hablar  mal, balbuceando como un bebé, y  pueden  volverse a hacer pis en la cama cuando  esto ya no lo hacían.


    Veamos  cómo se deben comportar los padres:
En el hospital, cuando   acuda a ver a su mamá y a su nuevo hermano,  que la madre no esté acostada en la cama, eso asusta  al niño creyendo que no está bien. La madre no  debe tener  en ese momento  al bebé en brazos, sino que estará sentada  para  abrazar a su hijo, besarlo y sentarle a su lado, para luego presentarle  al nuevo hermanito.


Nunca ridiculizar  al llegar a casa los  comportamientos de  regresión a la infancia del niño.

Debemos  en lo posible mantener las rutinas  que ya tenía: dormir con su peluche, leerle un cuento antes de  dormirse, ir al parque como antes se hacía, etc. Nunca coger sus  juguetes  personales para dárselos  al bebé si llora.

Ignorar siempre  su mal comportamiento. Es un error premiar con nuestro enfado o preocupación esas llamadas de atención  que el niño realiza.

Tener  un  tiempo en exclusiva para él (padre o madre y el hermano, sin el bebé), además de un tiempo  compartido  con su  nuevo hermano. Decirle que le  queremos mucho, como antes y que entre todos  tenemos que  cuidar al hermanito. Pedirle  que nos traiga un pañal, que nos ayude a  bañarlo, etc., para involucrarle en las tareas cotidianas. Y agradecérselo mucho…
Y paciencia...